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jueves, 13 de diciembre de 2012

Los líderes han muerto...




Ismael Javier González
Estudiante de Derecho y Ciencias Políticas
Secretario de Organización del Centro de Estudiantes
Miembro del Consejo General Universitario


Todos en la infancia tuvimos alguna serie de eventos que se inmortalizan en nuestras memorias: nadie olvida la cómica preferida de cada uno donde todos queríamos ser como el protagonista, no olvidamos a nuestra maestra que nos enseñó a contar o deletrear, no olvidamos ese juguete que nos acompañó en cada una de nuestras aventuras imaginarias, no olvidamos a ese familiar que en vez de pegarnos o regañarnos por alguna travesura nos decía, con palabras dulce, que no estábamos haciendo lo correcto. Todos tuvimos alguien que admirábamos hasta idolatramos, teníamos a un líder.

Pero cuando crecemos, y somos dueños de nuestras vidas y destino sucede que esos líderes, ídolos de nuestra infancia y adolescencia mueren, se extinguen y en la búsqueda de nuevos líderes, pues nos damos cuenta que no existen. ¿Dónde están los líderes? ¿Quiénes nos guiarán? ¿Dónde está la fábrica de líderes?

En este siglo XXI, mundo de la información y la globalización  hace falta un sinfín de cosas: desde recursos minerales, felicidad y tiempo pero hace falta algo por la cual los humanos podemos trazar líneas maestras para cumplir los ideales soñados: Liderazgo. Hacer una pequeña lectura de la historia de la Humanidad, es ver un cuento lleno de personas que guiaron a un colectivo a ejecutar metas, a materializar sueños y romper paradigmas; desde el simple Neandertal, los reyes de las polis griegas, los emperadores romanos, los sabios orientales, los ilustrados del siglo XVIII, los liberadores de América Latina y los jefes de nuestros pueblos originarios. Es una necesidad tener individuos con capacidad de guiar y encaminar un colectivo, es imperativo tener una voz que permita que las otras voces ignoradas sean escuchadas, se necesita personas que se atrevan a anteponerse a los problemas y resolverlos con cualquier medio en cualquier circunstancia, el poder de uno hecho muchos y de muchos hechos uno, se necesitan personas que sean los arquitectos de los sueños de un grupo.

Donde nacen los líderes, en las instituciones básicas de la sociedad están viciadas por los valores del mercado como la competencia, individualismo y hedonismo. Ya no hay héroes de cómicas dignos de imitar, ya que todos ahora se dedican a dar risa, gracia y lumpenizar más; ya no hay maestros dignos de admirar debido a que ya no hay amor al arte, la educación se volvió de un derecho esencial a  un mero producto del mercado, el ciclo de la educación solo se basa en informar y no en formar, no hay maestros que dejen en cada uno de sus alumnos la semilla de la transformación; tampoco no hay juguete que nos acompañe en nuestra aventuras imaginarias, ya que lo hemos reemplazados por la tecnología en un televisor, acortando la imaginación para enriquecer la realidad atroz, cada día son más tecnológicos pero cada vez más comercializados; triste que ya no hay familiares que nos enseñen con palabras dulces, que sean formadores de formadores porque la familia ha dejado de cumplir con su finalidad de ser la base primordial de toda sociedad, el punto donde convergen todos los valores humanos para convertirse en el imperio de la violencia intrafamiliar, la reserva de los insultos y el desamor; no hay liderazgo en el lugar de trabajo sino jefes que bajo el paraguas de la jerarquía, la fuerza de la voz y la autoridad lograran sus objetivos, no hay competencia sana donde todos puedan crecer, sino el pensamiento maquiavélico de hundir al prójimo por la ambición. Sólo nos queda decir que lo líderes han muerto…

Para volver a tener las esperanzas en el liderazgo tenemos que hacer un giro copernicano en todas las esferas de la sociedad, dependerá de esta generación crear los cimientos para los líderes de la próxima generación. Somos la generación encargada de regresar a los valores de la Humanidad, de reformar nuestro pensamiento individualista por uno altruista, donde la competencia no exista sino el crecimiento sostenible de un colectivo y la familia vuelva a ser la base sustancial de la sociedad. Convertirnos en generadores de sueños, catalizadores de proyectos y los proliferadores de las voces menos escuchadas. Romper el paradigma clásico de que toda generación comete los mismos errores de las anteriores generaciones. Tenemos la capacidad de ser protagonistas de este proceso en la cual tal vez no veamos los frutos pero si colocar la piedra angular de este sueño: el retorno de los Líderes.

"Los hombres jóvenes son más aptos para inventar que para juzgar, para la ejecución que para el consejo, para nuevos proyectos que para dirigir negocios ya establecidos…” Francis Bacon.



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