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lunes, 31 de marzo de 2014

“Nada que valga la pena, se logra sin decisión, sin lucha”, Roberto Moreno





                                                                        Roberto Moreno, quien nació y reside en Colón, inició sus vivencias como árbitro de fútbol en 1989. Su primera experiencia consistió en atender un partido amistoso en la Costa Abajo del Cocal. El mencionado año, fue invitado a formar parte del colegio  (o asociación) de  Árbitros de Colón.
Concedió una entrevista a este medio de comunicación de la Universidad de Panamá, al aproximarse la fecha en que se producirá un conversatorio entre los estudiantes de esta Primera Casa de Estudios Superiores y el esforzado deportista panameño, en el marco de la bienvenida a los alumnos de primer ingreso, con motivo del inicio del año académico 2014.
Él les dará a conocer a los jóvenes universitarios,  un poco  de su carrera arbitral, de su maratónico andar, en el ámbito de la delicada tarea consistente en tomar decisiones en medio de la acción en partidos del apasionante deporte.
En 1989, tuvo la oportunidad de integrarse en la Liga y Federación Provincial de Colón. Luego es convidado al Torneo Nacional Liga de Ascenso. En 1990 atendió, por primera vez, un partido desde la otrora ANAPROF (Asociación Nacional Pro Futbol).
“Desde 1996 soy árbitro de la FIFA. Con el distinguido status, actué en 1998 en Costa Rica.  Al pasar los años, realicé trabajos de arbitraje en eventos celebrados en Turquía, Emiratos Árabes, Juegos Olímpicos (año 2008 en China).  En la actualidad, estoy nominado para arbitrar en la Copa del Mundo de la FIFA”.

Inicio difícil
“Soy el segundo de cuatro hermanos. Compartimos el hogar con mi madre Maritza Salazar y mi padre Rodolfo Moreno.  El inicio de mi carrera arbitral fue un poco difícil, ya que teníamos que transportarnos, a diario (o cuatro veces a la semana), a la ciudad capital, para ir forjándonos el camino hacia el cumplimiento de nuestros sueños. Con esfuerzo debí  combinar trabajo, estudio y entrenamiento”.
“Enfrentábamos dificultades, pero estábamos convencidos en que, confiando en Dios, las cosas se podrían dar. Y aquí estamos, alcanzando metas. Y, cerrando con broche de oro, próximos a asistir a la copa del mundo”
Dijo que, antes de ser árbitro, jugó fútbol a nivel colegial y de la Provincia de Colón (en la liga distritorial).

Lesión que cambió el rumbo
“Desafortunadamente o, tal vez, afortunadamente -para marcar o determinar mi entrada a la carrera arbitral-  sufrí una lesión en la rodilla, no tan grave, pero que despertaba el temor de que se pudiese complicar. Con cautela seguía jugando. Como a todo joven me inspiraba la visión, el sueño de ir a una copa mundial”
“Y mentiría si dijese que pensaba hacerlo como árbitro. Me veía en esa fiesta mundial de fútbol, como jugador, como un fanático, como alguien más que vive este deporte. Hoy Dios me ha bendecido, permitiéndome asistir, como árbitro, en la Copa Mundial de Fútbol 2014”.

Barrio difícil, hogar muy humilde
“Nacimos en un barrio difícil, ubicado en calle 12 y Amador Guerrero. Crecimos en un hogar muy humilde. Mi mamá tenía que laborar en empleos para poder educarnos a cada uno de nosotros; para poder llevar un estilo de vida cónsono con la realidad de ese momento”.
“Es por eso que tuvimos que combinar nuestra profesión con el trabajo de lavar autos y trabajar en la construcción, para poder llevar el sustento a nuestra familia, para ayudar a mi madre y a mis hermanos y poder costear mi carrera arbitral en el inicio, asunto al que teníamos que hacerle frente por cuenta propia”.

Pasó por nuestra mente claudicar
Como le ocurre a todo ser humano, al momento de presentársenos los momentos difíciles, nos dijimos en nuestro interior “esto no es para mí”, “no sé qué hago aquí”.  Pero pudimos sorfear esas situaciones.     
Cuando percibiamos que las cosas iban de fracaso en fracaso, o cuando no nos iba bien en el partido,  sentíamos/decíamos “ya llegó mi techo”, “hasta aquí yo llego”, “no tengo capacidad para seguir avanzando”. Sin embargo, fortaleciéndonos en Dios , pudimos sobreponernos y trazarnos metas para seguir adelante. Recobramos ánimos, tomando en cuenta que, cuando tenemos un objetivo debemos seguir tras este, confiando en Dios.

Educación y buen ejemplo de mi madre me motivó a perseverar
 Entre los factores y las personas que me dieron ánimo para perseverar, quiero destacar el hecho que, habíamos sido criados con una buena educación inculcada por parte de mi madre quien llevó el peso de la atención y orientación de nosotros, sus cuatro hijos.
Maritza Salazar era (y es) una persona luchadora, con visión, con compromiso, perseverante. Ella nunca claudicó, y  nos transmitió esa actitud a nosotros. Nos enseñó que cuando queremos algo, tenemos que trabajar, esforzarnos e insistir para lograrlo. Que las cosas buenas no vienen fácilmente. Con esa mentalidad fuimos formados.
Por otro lado, mis hermanos venían estudiando, trabajando, y  -siendo mayor que ellos- yo no podía quedarme atrás-.
Dios, mi madre y mis hermanos fueron fuente de inspiración que me impulsó, me animó a seguir perseverando para alcanzar nuestras metas o logros. Como lo hemos dicho en otras ocasiones, nada que valga la pena, puede lograrse sin decisión, sin lucha. Y el hecho de que tengamos metas, no quiere decir que todas las vamos a alcanzar . Pero, si no lo intentamos, nunca lo vamos a conseguir.   

   

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