Ismael Javier González
Estudiante de Derecho y Ciencias Políticas
Secretario de Organización del Centro de Estudiantes
Miembro del Consejo General Universitario
Todos en la infancia tuvimos alguna serie de eventos que se
inmortalizan en nuestras memorias: nadie olvida la cómica preferida de cada uno
donde todos queríamos ser como el protagonista, no olvidamos a nuestra maestra
que nos enseñó a contar o deletrear, no olvidamos ese juguete que nos acompañó
en cada una de nuestras aventuras imaginarias, no olvidamos a ese familiar que
en vez de pegarnos o regañarnos por alguna travesura nos decía, con palabras
dulce, que no estábamos haciendo lo correcto. Todos tuvimos alguien que
admirábamos hasta idolatramos, teníamos a un líder.
Pero cuando crecemos, y somos dueños de nuestras vidas y destino
sucede que esos líderes, ídolos de nuestra infancia y adolescencia mueren, se
extinguen y en la búsqueda de nuevos líderes, pues nos damos cuenta que no
existen. ¿Dónde están los líderes? ¿Quiénes nos guiarán? ¿Dónde está la fábrica
de líderes?
En este siglo XXI, mundo de la información y la
globalización hace falta un sinfín de cosas: desde recursos minerales,
felicidad y tiempo pero hace falta algo por la cual los humanos podemos trazar
líneas maestras para cumplir los ideales soñados: Liderazgo. Hacer una pequeña
lectura de la historia de la Humanidad, es ver un cuento lleno de personas que guiaron
a un colectivo a ejecutar metas, a materializar sueños y romper paradigmas;
desde el simple Neandertal, los reyes de las polis griegas, los emperadores
romanos, los sabios orientales, los ilustrados del siglo XVIII, los liberadores
de América Latina y los jefes de nuestros pueblos originarios. Es una necesidad
tener individuos con capacidad de guiar y encaminar un colectivo, es imperativo
tener una voz que permita que las otras voces ignoradas sean escuchadas, se
necesita personas que se atrevan a anteponerse a los problemas y resolverlos
con cualquier medio en cualquier circunstancia, el poder de uno hecho muchos y
de muchos hechos uno, se necesitan personas que sean los arquitectos de los
sueños de un grupo.
Donde nacen los líderes, en las instituciones básicas de la
sociedad están viciadas por los valores del mercado como la competencia,
individualismo y hedonismo. Ya no hay héroes de cómicas dignos de imitar, ya
que todos ahora se dedican a dar risa, gracia y lumpenizar más; ya no hay
maestros dignos de admirar debido a que ya no hay amor al arte, la educación se
volvió de un derecho esencial a un mero producto del mercado, el ciclo de
la educación solo se basa en informar y no en formar, no hay maestros que dejen
en cada uno de sus alumnos la semilla de la transformación; tampoco no hay
juguete que nos acompañe en nuestra aventuras imaginarias, ya que lo hemos
reemplazados por la tecnología en un televisor, acortando la imaginación para
enriquecer la realidad atroz, cada día son más tecnológicos pero cada vez más
comercializados; triste que ya no hay familiares que nos enseñen con palabras
dulces, que sean formadores de formadores porque la familia ha dejado de
cumplir con su finalidad de ser la base primordial de toda sociedad, el punto
donde convergen todos los valores humanos para convertirse en el imperio de la
violencia intrafamiliar, la reserva de los insultos y el desamor; no hay
liderazgo en el lugar de trabajo sino jefes que bajo el paraguas de la
jerarquía, la fuerza de la voz y la autoridad lograran sus objetivos, no hay
competencia sana donde todos puedan crecer, sino el pensamiento maquiavélico de
hundir al prójimo por la ambición. Sólo nos queda decir que lo líderes han
muerto…
Para volver a tener las esperanzas en el liderazgo tenemos que
hacer un giro copernicano en todas las esferas de la sociedad, dependerá de
esta generación crear los cimientos para los líderes de la próxima generación.
Somos la generación encargada de regresar a los valores de la Humanidad, de
reformar nuestro pensamiento individualista por uno altruista, donde la
competencia no exista sino el crecimiento sostenible de un colectivo y la
familia vuelva a ser la base sustancial de la sociedad. Convertirnos en
generadores de sueños, catalizadores de proyectos y los proliferadores de las
voces menos escuchadas. Romper el paradigma clásico de que toda generación
comete los mismos errores de las anteriores generaciones. Tenemos la capacidad
de ser protagonistas de este proceso en la cual tal vez no veamos los frutos pero
si colocar la piedra angular de este sueño: el retorno de los Líderes.
"Los hombres jóvenes son más aptos para inventar que para
juzgar, para la ejecución que para el consejo, para nuevos proyectos que para
dirigir negocios ya establecidos…” Francis Bacon.