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jueves, 27 de octubre de 2016

ALOCUCIÓN EN EL DIA DEL ESTUDIANTE



Hace exactamente sesenta y ocho años, el 22 de octubre de 1948, mediante la ley No.1 firmada por el entonces presidente de la república de Panamá, Domingo Díaz Arosemena, se declaraba el día 27 de octubre como Día del Estudiante Panameño. Esta ley representó, al final de la Segunda Guerra Mundial, un reconocimiento indudable a la trayectoria heroica y comprometida de la juventud estudiosa panameña, en defensa de la soberanía y la independencia nacionales.


Era además, una confirmación evidente del extraordinario papel que los estudiantes panameños jugaron en el rechazo del Convenio Filos-Hines, que buscaba mantener fuera de la antigua Zona del Canal, más de ciento cincuenta sitios de defensa o bases militares estadounidenses, diseminadas por todo el territorio nacional. La Asamblea Nacional de aquella época rechazó unánimemente este convenio el 22 de diciembre, el mismo día, por feliz coincidencia, que nuestro primer mártir de la Gesta de Enero, cumplía cuatro años.

Nuestra juventud, principalmente la juventud estudiosa, ha sido una protagonista esencial y decisiva en la historia panameña. Por eso las actuales generaciones tienen la obligación de conocer y rescatar los incontables gestos de sacrificios y entrega a la Patria, que a todo lo largo de nuestro devenir histórico, han tenido en la juventud, y principalmente en la que se agita y debate en los centros escolares y universitarios, al destacamento más resuelto y comprometido. Victoriano Lorenzo, Pedro Prestán, Ascanio Arosemena y tantos otros héroes y mártires de nuestro país, se han inmolado en plena juventud y teniendo solamente como interés superior, la defensa del decoro y de la nacionalidad panameñas.

Por eso y al cabo de poco más de ocho décadas de intensa existencia y con una administración que inicia nuestro Rector Eduardo Flores Castro, con un aire renovador y de cambios fundamentales en todos los órdenes de la vida universitaria, nuestra Universidad rinde este 27 de octubre un merecido y justificado homenaje, a los jóvenes estudiantes de nuestro país, particularmente a esa juventud universitaria que diariamente acude a sus instalaciones, y que en su esencia y ansiedad vital, protege el fuego íntimo de la esperanza y del optimismo, construye sueños posibles y recupera, con la agitación propia del futuro que avizora, horizontes que se creyeron perdidos o extraviados. Ella, pese a todos los esfuerzos que se hacen para arrebatarle su rebeldía crítica e insensibilizarla ante las grandes tragedias nacionales y universales, conserva intacta sus virtudes fundamentales y renueva, en cada acción, su absoluta confianza en un destino mejor para su país y para toda la Humanidad.

¡Viva el Día del Estudiante!

Germán Luis Beitía M. Sc.


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