NO CONOCIA A ESTA JOVEN, PERO LA VERDAD HE LLORADO DE IMPOTENCIA POR SU MUERTE; A TODOS NOS HA IMPACTADO; UNA JOVEN UNIVERSITARIA QUE NO MERECIA MORIR ASI. DEBE CESAR LA VIOLENCIA Y LA CRIMINALIDAD.
LAS JÓVENES MUERTAS
La muerte la dobló sobre las rosas.
Una lumbre de luna mitigada en la niebla
cayó toda la noche sobre el túmulo
de rosas ahuecado para la niña muerta
Dulce María Loynaz
A Jorlem Miller, ansiando su diploma de universitaria…
Aquella muchacha, ¿Qué tan joven era?
¿Por qué tuvo que ocurrir? ¿Por qué un antes y un después?
¿Por qué nadie la oyó gritar ¿ Por qué nadie tuvo el oído del halcón?
¿Qué extraños caminos por la playa recorrió su energúmeno pie de vida?, ¿ qué larvarios inconclusos pudieron desatarse
Ahora que sus dedos mordisquearan algún lenguaje neonatal
Para el paroxismo de las rompientes bárbaras, ahora que sus manos sobre el rostro
hacen publicidad para la muerte?
¿Por qué no apareció un sol en esa calle?,
¿Por qué no avisaron las ramas y las hojas de los árboles
Anunciando un Himalaya viniéndose a pique?
¿Escuchará acaso en su morada, el trueno que se desbarrancara sobre las montañas de Penonomé
Con un corifeo de plumas, con una jugada del ciclón que se posesiona de los ríos
Y de los penachos que serpentean en las orillas blancas de un plan supremo?
Te repetiré entonces lo que vi en sus ojos preparados para la fotografía:
Una buena hija, una futura madre, una mujer de casa, una mujer de vanguardia,
Una mujer dispuesta a su primer día de trabajo el lunes después de ese fatídico domingo,
Una mujer con sombrero de colores en una isla contorneada por las alegorías del mar
Una novia preconizada por los destellos del amanecer, una hija y única nieta
Ahora
Para una madre y abuela huecas transfiguradas en la amnesia de un hogar.
Ella era una mujer cargada de epítetos ( lugares comunes) que quizás hagan un pesado paquete
Para la conciencia del asesino.
¿Cuánto le pesará el cerebro? ¿Acaso el remordimiento se mide en libras, en kilos,
En lingotes? ¿Acaso su corazón bombea hemoglobina humana?
¿Acaso el mismo pulso con que escribe palabras a su amada, el mismo pulso de niño tomando el arma de juguete le sirvió de entrenamiento?
¿Acaso con la misma mano con que apuntó al brazo y a la yugular de aquella novia de un frágil reino,
Tomará el pan y acariciará a los hijos para que vayan a la escuela y regresen salvos, sin atisbos de maldad?
¿Aquella muchacha qué tan joven e inocente era?
¿Cómo premonizar que una caminata hacia su casa
Le llevará a la muerte? ¿Cómo vaticinar que un fin de semana
Y la demora de la última chiva hacia la urbe
Y aquella parada habitual te conducirá a un patíbulo
De lunas fuliginosas? ¿Cómo impedir aquella alineación de sucesos a un desenlace
De cámara negra? ¿Cómo tomar a aquella joven muchacha
De la mano y apartarla de aquel que la espera en una lámina de oscuridad?
Esta sangre buena que huye del cuello de una muchacha,
Este fantasma que arrastramos hasta encontrar la luz en las ciudades,
Nos levantan con estas voces que martillan
A las jóvenes que duermen, a las jóvenes que son asesinadas
Y no llegar a ser madres
Y se van en su perpetua feminidad,
Con sus senos vivos y firmes
Para amamantar a las criaturillas antropomorfas de un condado subterráneo.
Este es el llanto de los troncos que se adviene en un hachazo,
Una correntada de agua o un dominio eléctrico sobre los grumos
De un cántico de plata. Espero que el remordimiento engorde en aquellos que roban,
En aquellos que pulverizan rosas y atisban una mirada a la puerta entreabierta,
En aquellos que esperan pacientemente a una muchacha interiorana venida a la capital
Y que luego aparecerá en los diarios
Con sus pies y sandalias ensangrentadas y la mochila a la espalda
Con la ropa dispuesta por la última ternura de su madre.
¿A dónde enviaron a esa muchacha con sus ambiciones humanas, con su respiración estremecida, con su salto gravitando en una playa?
¿Cómo se graduará sin su añorado diploma de universitaria?
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