El “lugar de trabajo” es un espacio al que seres
humanos acuden en atención a uno u otro compromiso, a saber: el
trabajador, a realizar labores, con cuyo producto una empresa,
institución, organización/…/ ofrecerá bienes productos, asistencia o atención
que la clientela obtendrá/consumirá con carácter de compra; o servicios con
fines sociales o humanitarios. El jefe, a dar instrucciones y
proporcionar, propiciar, crear las condiciones óptimas para la realización
exitosa de las labores.
Pero, qué se tiene en cuenta con la expresión crear
condiciones óptimas? ¿Sólo herramientas,
equipos, insumos, instalaciones apropiadas, salario bueno o aceptable? No, la expresión incluye un clima
de interacción personal armónica, agradable.
Y ¿quiénes son
los llamados coadyuvar al surgimiento y conservación de ese ambiente agradable,
alentador, generador de positivismo y entusiasmo? Todos: jefes, mandos medios,
supervisores, trabajadores, responsables de recursos humanos, representantes
sindicales, clientes, accionistas. En otras palabras hay que atender y motivar
para que todos los actores del sistema empresa, participen en esta filosofía de
cambio empresarial.
Cómo hacer?
Previendo y
atendiendo situaciones irregulares, que presentan riesgo de convertirse en
conflictivas. Actuando, en este asunto, con impecables justeza e imparcialidad.
Convocando las reuniones que sean necesarias. Provocando conversaciones
(bilaterales, grupales) de sinceramiento, de serios y obligantes compromisos
tendientes a la rectificación.
Encuentros de
búsqueda de lo que nos une. Dinámicas y/o ingenierías en el nivel y hacia las
direcciones y entre los ejes que sean necesarias. Es decir, verticales
(jefes/trabajadores), horizontales (trabajadores/trabajadores), mixtas,
transversales (entre áreas que -por su aparentemente lejanía- no dan lugar a
fricciones).
Pero, acaso
deberemos convertirnos en promotores de reconciliación, descuidando nuestro rol
de jefe de una empresa o institución? No. Podemos buscar asesoría de
profesionales de las ciencias de la salud mental.
Como señaló el psicólogo Juan Virgilio Correa,
aunque se produzcan cambios y medidas positivas, incluso si se lograse una buena remuneración por la labor
realizada, esos avances deben estar integrados dentro de un contexto en el que
se comprendan las necesidades psicológicas de cada uno de los agentes que
trabajan en el marco organizacional de la empresa: obreros, mandos medios y
superiores, accionistas y clientes.
“El punto de mira debe
estar centrado en el factor humano, eje clave del bienestar que se experimenta
o no en una empresa. Que el ser humano es el principal agente al que hay que
prestar atención”, considera el profesor titular de Psicopatología
en la Facultad de Psicología de esta Primera Casa de Estudios Superiores.
Destaca que hace falta promulgar una ley que sea
producto del consenso entre empleadores y
empleados, bajo la supervisión del gobierno; disposición legal que
establezca alternativas, estrategias y mecanismos que, fundamentados en el
trato digno y justo, reconozcan y den el derecho a todos los panameños, a salir
de ese otro escenario en el que pasan ocho o más horas diarias trabajando,
satisfechos de las tareas realizadas, para llegar al hogar reflejando
alegría y contagiándola a los demás.
Al propiciar tales condiciones favorables a los
trabajadores, quienes constituyen un pilar fundamental del funcionamiento
estable y armónico de la sociedad, no solamente se beneficia psicológicamente
al empleado. La empresa logra también sus objetivos de producción, calidad e
identificación del asalariado con los valores de la empresa.
Cuando un empleado percibe positivamente su trabajo,
le encuentra un sentido, y tiene tendencia a sentirse bien física y
psicológicamente y a reflejarlo en su comportamiento y sus actitudes. Es una
persona puntual, diligente en su tarea, que ayuda a sus colegas cuando es
necesario, que actúa en función del rendimiento esperado y que coopera para
alcanzar los objetivos establecidos. Además, tiene una relación afectiva hacia
su trabajo que puede ser reforzada por las relaciones con sus colegas,
superiores y clientes.
La
prevención primaria, que en este
trabajo se orienta al campo organizacional, pretende prevenir la aparición de
nuevos casos de trastornos mentales y psicológicos de todos los tipos en la
comunidad reduciendo los factores de riesgo. Su meta es la de crear una
situación de vida óptima para todos los miembros de una población “equis” en el campo laboral de manera que sean
capaces de adaptarse constructivamente a cualquier crisis que enfrenten y
puedan desarrollar un proyecto de vida satisfactorio.
Así pues, el
programa preventivo primario identifica las influencias ambientales que son
dañinas, como también las fuerzas ambientales que son útiles y positivas para
resistir a las influencias adversas antes de que un trastorno mental se
presente.
En la prevención
primaria se trata de definir con mayor precisión los contornos del bienestar
humano a través del estudio de los elementos positivos (fortalezas, emociones
positivas) que, en este trabajo están relacionadas con el entorno
organizacional del trabajo. En este tipo de prevención se interviene antes de
que se produzca una percepción negativa del trabajo, es decir,
·
cuando el empleado considera que su
trabajo no tiene sentido,
·
lo mismo que el contexto en el que se
desarrolla y
·
presenta síntomas de estrés y/o
angustia e incluso trastornos físicos;
·
la calidad de su compromiso es
deficiente;
·
hace acto de presencia pero en un
estado que le impide dar lo mejor de sí mismo;
·
su capacidad de vigilancia se ve
afectada por el estrés,
lo que aumenta el riesgo de errores,
omisiones y accidentes;
y lo mismo ocurre con su rendimiento;
·
bajo el efecto del estrés estas
personas pueden llegar a desarrollar actitudes problemáticas que generan
tensiones y conflictos con sus compañeros
·
se adoptan estrategias defensivas:
revisión y ajustes de sus aspiraciones, modificación de sus valores, aumento de
la importancia otorgada al salario.
La prevención primaria consiste, en
pocas palabras, en la protección y promoción del bienestar psicológico a través
de programas de educación y de “inmunización psicológica” para hacer frente
positivamente a las condiciones de vida.
Últimamente se ha puesto de
manifiesto que los estados psicológicos
no sólo forman parte integral de la salud, sino que tienen influencia en
la aparición de trastornos mentales y problemas físicos así como en los
procesos de recuperación de las mismas.
La percepción de personas sanas, marcada por
un sentimiento positivo de uno mismo, un sentimiento de control personal y
una visión optimista del futuro, son una reserva y un motor de recursos
que no sólo permiten a las personas afrontar las dificultades diarias, sino que
cobran especial importancia a la hora de afrontar situaciones que pueden ser
intensamente estresantes e incluso amenazantes de la propia existencia. Las
empresas que apoyan el bienestar creando un ambiente laboral favorable hacia la
salud psicológica tienen empleados más felices y con mejor salud siendo la
empresa recompensada a nivel de la
productividad y crecimiento empresarial. Y los clientes también salen
beneficiados, concluyó Correa.
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