Víspera del 22 de marzo, fecha en que se celebra el Día Mundial del Agua, la Secretaría de Ambiente de la
Asociación de Estudiantes de Biología (ADEB), organizó una actividad en saludo
a la importante fecha.
En el Salón de
Profesores de la Escuela de Biología, la estudiante (de Biología Animal) Ana
Cecilia Padilla y el catedrático universitario Eduardo Flores, revelaron -de
manera conmovedora- situaciones, hechos y cifras que llaman a la reflexión en
torno a que “ese día dedicado al vital elemento” no puede ser una fecha más
para, simplemente, celebrar/reconocer y olvidar.
Padilla recalcó
que , ya en 1993, en conformidad con las recomendaciones de la Conferencia de
la Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, contenidas en el Capítulo 18 (Recursos de Agua Dulce), la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó
una resolución en la que el 22 de marzo de cada año fue declarado Día
Mundial del Agua.
Hizo un
recuento de cómo los humanos no le damos el merecido valor, trato, atención y
uso al agua. La contaminamos, malgastamos y -algunos coterráneos inescrupulosos- hacen de éste una fuente de
especulación comercial.
Flores señaló
que, mientras en el último siglo la población se ha triplicado,
el consumo de agua, por persona, se ha multiplicado por seis. No obstante, “de 7
000 millones de personas que habitan actualmente la Tierra, cerca del 40 % de
la población tiene problemas de acceso al agua.
Dentro de estas poblaciones con problemas de requerimiento de agua, 700
millones viven por debajo del umbral de agua para un desarrollo saludable”.
Indicó que las descargas de agua contaminada,
constituyen hoy la causa principal de las malas condiciones en que se
encuentran muchos ríos y constituyen, en consecuencia, la fuente de transmisión de enfermedades como
el dengue, el cólera, la diarrea y la hepatitis. En términos generales, el agua no apta para
el consumo, causa el 80 % de las enfermedades en el mundo y provoca más de 3
millones de muertes; de estas, el 90 % son
personas que tienen menos de 14 años de edad.
A pesar que en nuestro país, cerca de 260 mil
panameños no tienen acceso a agua potable, las fugas de agua en las ciudades
representan alrededor de un tercio del agua suministrada. Como si esto fuera poco, del total de
personas que atiende el IDAAN, el 30 % no tienen agua las 24 horas del día.
En Panamá el consumo por persona por día está
próximo a 380 L. Por otro lado, 400 mil personas no tienen dentro de su
vivienda servicio sanitario, y de estas personas, 200 mil no tienen ningún tipo
de servicio sanitario, haciendo sus necesidades al aire libre. Lo contradictorio es que a pesar de ser
Panamá uno de los países con mayor índice de crecimiento a nivel mundial, el 75
% del agua residual no es tratada, contaminando ríos, playas y acuíferos;
afectando la biodiversidad y poniendo en riesgo a la salud de la población.
Pie de foto: Estudiante Padilla, primera desde
la derecha, recibe certificado de
reconocimiento por su conferencia
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