(Redacción Ángel Molina / foto José Cárdenas) Agatha
Williams, catedrática universitaria y destacada luchadora contra la
discriminación racial dictó una conferencia en la que se remontó históricamente
a la génesis y los motivos ocultos por los que ciertos “humanos” sin escrúpulos
iniciaron, mantuvieron y eternizaron la actitud de odio y crueldad respecto a
la etnia negra.
Sostuvo que, quienes
planeaban, desde los inicios de la historia de la humanidad, usurpar aportes
científicos y culturales, además de apoderarse, por la fuerza, de tierras,
recursos y minerales pertenecientes a otros países, fueron quienes satanizaron
la Madre Patria África y a las personas de raza negra, con calumnias y falacias.
Aquellos que consideraron como
buena, la idea de poner en práctica, a plazo indefinido, la explotación del
hombre por el hombre, cifraron esperanzas en crear una tenebrosa, espesa e imperecedera
tiniebla en torno a todo lo que guardase relación con la vida, humanidad,
actitudes, modales y costumbres de los negros.
Williams acotó que, al
apreciar y tomar en cuenta el rumbo por el que transita el mundo y la vida, se
hace sentir la urgente necesidad de proceder a la construcción, o a
restauración de la conciencia -individual, unitaria, masiva-, de manera que se
revierta el efecto manipulador con el que se da por establecido o por cierto
que, todo lo que provenga de los negros es malo, peligroso, riesgoso; mientras
que, los blancos, constituyen, fuente de lo bueno de lo seguro.
No es el color de la piel,
los rasgos físicos, ni la apariencia lo que da pistas o garantías acerca de lo
que se puede esperar de una persona.
No fueron seres humanos de
la etnia negra, quienes fueron recorriendo el mundo, para supuestamente
combatir o corregir una u otra anomalía. Ni quienes se fueron apoderando de
territorios abundantes en recursos claves o enriquecedores.
En lo que a los panameños
concierne, debemos tener en cuenta que en el fondo de las aguas del Canal de
Panamá, aún deben permanecer partículas de los más de 50 mil seres humanos de
piel negra, que murieron cuando trabajaban dinamitando para abrir el paso
adecuado de esta maravilla panameña al servicio del mundo.
En una ocasión a una
delegada internacional presente en un congreso estudiantil celebrado en nuestro
país, le preguntaron si en donde ella vivía existía el racismo (o la
discriminación racial). Ella contestó: “no, porque para nosotros lo más
importante no es el color de la piel.
Lo principal es lo que hay dentro de la
piel. La verdadera belleza: los buenos sentimientos y pensamientos. Las
intenciones impulsadas por sensibilidad humana y empatía”.
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