SALUDOS A LOS
PRESENTES
Hace
dos años, un 25 de octubre del 2016, iniciábamos la materialización de una de
las principales promesas de la actual administración universitaria. En la
Agenda Estratégica de Renovación Universitaria, guía fundamental del trabajo
que nos esperaba durante los próximos cinco años y, específicamente en el
discurso de toma de posesión como Rector de esta Casa de Estudios, el Doctor
Flores se comprometió a desarrollar el último martes de cada mes, una jornada
de debate con los grupos estudiantiles, con la finalidad de abordar de manera
crítica, responsable, serena y reflexiva,
todas las preocupaciones e inquietudes que éstos muestren en el ámbito
cultural, artístico, conservación del ambiente y en temas de actualidad social.
El
“Martes Estudiantil” que así nacía, era por consiguiente, un espacio que abría
la administración que se estrenaba, no para dictar de ningún modo, pautas,
limitaciones o interpretaciones, a las legítimas aspiraciones y sueños de una
juventud urgida de ser escuchada y tomada en cuenta; sino para que fuese a
través del debate enriquecedor y fecundo, que las temáticas se profundizarán,
las consciencias crecieran y las justezas de las causas adquirieran mayor
sustentación y fortaleza. Era, como bien
se describe en la Agenda Estratégica, una propuesta de indudable matiz
transformador, que busca “Formar ciudadanos creativos, innovadores,
críticos, solidarios e inconformes, de allí la necesidad de su participación
fresca, cuestionadora, sin temores, soñadora, imaginativa y sin compromiso con
el estatus quo”.
Esta
iniciativa en su conceptualización más profunda y sincera, es una forma en que
una generación como la nuestra, tan irreverente y cargada de quijotescos
ensueños como lo exigían aquellos tiempos; ha encontrado no solo para remontar,
principalmente en el terreno de las luchas y reivindicaciones sociales,
políticas y culturales, el posible desencuentro generacional entre ustedes y
nosotros; sino también, para contribuir en la canalización de sus inmensas
potencialidades; en su ímpetu renovador y en la profundidad de sus análisis y
reflexiones, sobre los principales problemas que afectan a nuestra Universidad
y a la sociedad panameña en general.
De
modo que este “Martes Estudiantil” no solo corona los esfuerzos de toda la
administración universitaria, desarrollados al cabo de dos años fructíferos e
intensos, sino que hoy lo hace, en afortunada coincidencia, el mismo día en que
hace exactamente sesenta años atrás, la Asamblea Nacional creara mediante la
Ley 48 de 1958, la Escuela de Agronomía de la Universidad de Panamá, como el sólido
embrión de lo que es hoy esta pujante Facultad de Ciencias Agropecuarias. La
Vicerrectoría que presidimos se une a toda la comunidad universitaria y a todo
el sector agropecuario panameño, para felicitar a la FCA en sus seis décadas de
aportes y contribuciones indiscutibles, no solo en la formación profesional de
sus miles de egresados, sino en el propio crecimiento y desarrollo de la
producción agropecuaria con sus valiosas investigaciones e innovaciones
tecnológicas.
El
tema que nos ocupa en la tarde de hoy, no podría ser menos oportuno. Lo
abordamos no solo en el marco de los objetivos que nuestra Universidad viene
persiguiendo, con la realización de los Congresos Regionales, donde se aspira
por un lado, que la primera Casa de Estudios Superiores se involucre y
participe directa y activamente, en los problemas de las provincias donde
tenemos presencia, y por otro, poner a disposición de cada región para la
solución de sus problemas, todo el talento científico e intelectual que allí se
encuentre. Asimismo, este tema que aquí nos convoca cobra mayor interés, cuando
precisamente los recientes incidentes entre productores agropecuarios y las
autoridades nacionales, parecen tener su génesis en los perniciosos efectos que
para el hombre del agro, han tenido y tienen las políticas públicas vigentes.
Nuestro
país se encuentra a casi medio año de las próximas elecciones generales, donde
entre otros cargos, deberemos elegir al Presidente de la República. Este
importante hecho le confiere al tema que debatiremos en la tarde de hoy, un
significado de mayor trascendencia. Las políticas públicas agropecuarias de
nuestro país deben estar diseñadas, no para satisfacer las demandas del mercado
externo, ni tampoco para participar en las artificiales competencias que las
grandes transnacionales agroalimentarias, generan en el mercado internacional.
Debemos
dirigir todos los esfuerzos en apoyar el crecimiento y la satisfacción de las
demandas internas de nuestro mercado, así como garantizar que las producciones
agropecuarias sean accesibles, sanas y de buena calidad. He allí algunos de los
desafíos que deberán asumir los futuros gobernantes. He allí también la esfera
de intervención donde la FCA tiene mucho que decir y aportar.
Finalmente,
al reiterar nuestras felicitaciones a la FCA en su 60ª aniversario, expresamos
nuestra más firme seguridad que este evento alcanzará sin dudas, todos los
objetivos que nos hemos propuesto.
MUCHAS
GRACIAS
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